Opinión 

El comentario de hoy, jueves 21 de diciembre 2023

En entrevista reciente y como colofón de la aprobación por parte del Congreso del Estado, del Presupuesto 2024, el gobernador Salomón Jara insistió en la vigencia de la Ley de Austeridad que fue aprobada hace meses por el mismo órgano. Y es que el dispendio, la opacidad y falta de transparencia en el ejercicio del gasto público, parece ser una tendencia nociva en el ejercicio de gobierno. El efecto también se refleja en la discrecionalidad en la atomizada nomenclatura municipal de Oaxaca.

Los informes que rindieron algunos ediles en días recientes, sobre todo en algunos municipios del interior del estado, reflejan los desacuerdos, las inconformidades y las diferencias irreconciliables al interior de los cabildos. Tres ejemplos: la toma del palacio municipal de Santa Catarina Juquila, la ausencia de concejales en el informe del edil de San Pedro Mixtepec o la golpiza que le propinaron enardecidos vecinos al edil de Santa María Jacatepec. Pero no son los únicos. Las denuncias de manejos opacos, la falta de obras y el agandalle de los recursos que corresponden a las agencias municipales y de policía, han propiciado marchas y bloqueos.

La guerra sorda que se está dando hoy al interior de los partidos, particularmente en el Movimiento de Regeneración Nacional –Morena-, por las candidaturas a las presidencias municipales, no hay que verlas bajo el prisma de la competencia político-electoral, sino por la cantidad de millones que tiene etiquetado como presupuesto cada municipio. Y es que si algo caracteriza a nuestros ediles es la opacidad. Por ejemplo, maquillar ciertos gastos discrecionales y personales, como pago de servicios profesionales.

Hasta el gobierno de Ulises Ruiz, de 2004 a 2010, el área responsable de revisar las cuentas municipales era la Contaduría Mayor de Hacienda, dependiente de la Cámara de Diputados. Durante la gestión de Gabino Cué se creó la Auditoría Superior del Estado –la ASE-. En el régimen de Alejandro Murat, se le cambió de nombre por Órgano Superior de Fiscalización del Estado de Oaxaca –OSFEO- que deviene hoy, en la Primavera Oaxaqueña, Auditoría Superior de Fiscalización del Estado de Oaxaca –ASFEO-.

Pero, más allá de membretes, lo que está en tela de juicio es su inoperancia, burocratismo y discrecionalidad para revisar a fondo las cuentas de nuestros ediles. Desde hace al menos dos décadas que no se sabe de alguno que haya sido consignado por peculado, corrupción o quebranto al erario. Menos se sabe, de procesos resarcitorios o restitución de los desvíos del presupuesto municipal. Tal pareciera que son los mismos funcionarios que, violentando la ley, hacen de juez y parte y, por una lana, planchan las cuentas.

Como observador de la realidad política del estado, sin duda la ASFEO como sus antecesores, asemejan vulgares elefantes blancos, burocratizados, prevaricadores e ineficaces para insertarse en las políticas de combate a la corrupción y la llamada transformación. (JPA)

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