El comentario de hoy, viernes 20 de abril de 2018

Me pregunto, como el resto de la sociedad: ¿hasta dónde se seguirá permitiendo que el magisterio afiliado a la Sección 22, siga enrareciendo el proceso electoral, con actos violentos y amenazas de boicot, como la del sábado pasado, durante la visita del candidato de la coalición “Todos por México”, José Antonio Meade, a Puerto Escondido?
Se trata de un aspirante con el que pueden estar o no de acuerdo los maestros; al que le pueden criticar o censurar su vida pública, pero no impedir que en un entorno, en donde se dice ha de prevalecer la democracia, se pretenda conculcar su derecho a promoverse públicamente, como lo mandata la ley electoral. ¿Quién le otorgó al magisterio, Sección o Cártel 22, la potestad para decir quién entra al estado o no? ¿De dónde salió cancerbero de las puertas del estado?
Flaco favor le hacen los fans de Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición “Juntos haremos historia” al mismo, creando un ambiente de polarización, provocación y violencia política. La Fiscalía Especial de Atención a Delitos Electorales –la FEPADE- debe tomar nota del incidente del pasado sábado y sentar las bases para que el gobierno tome acciones al respecto. Los peores enemigos de la democracia participativa son la intolerancia, la cerrazón y el fanatismo.
En 2006, con los coletazos del movimiento que fustigó no al gobierno de Ulises Ruiz, sino a la sociedad oaxaqueña, el mismo Cártel 22 creó un ambiente de terror y crispación social. Cumplió fielmente con su cometido. El efecto “PEJE” arrasó en Oaxaca. En 2010, de nueva cuenta, los maestros operaron como mercenarios al servicio de partidos y coaliciones afines a ellos. Luego de su plantón de dos meses en el Centro Histórico, fueron convencidos para volver a sus comunidades.
Ahí promovieron el voto de castigo al PRI y coadyuvaron al triunfo de uno de los peores gobiernos de la historia política oaxaqueña: el de Gabino Cué. Su mejor aliado se convirtió en su peor enemigo, cuando el 20 de julio de 2015, les arrebató el control del IEEPO. Éste era para el magisterio oaxaqueño, una conquista del Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación. Ahí hizo y deshizo durante 23 años. En el fondo de todo, era el temor del gobierno para asumir el control de la educación.
Hay pues todo un historial de atropellos y atrocidades de este gremio. Pero sus dirigentes creen ingenuamente que los oaxaqueños no tenemos memoria. Las autoridades electorales y demás deben poner un hasta aquí. No sea que el próximo primero de julio, sean los mismos de siempre los que alienten la violencia y la ingobernabilidad. (JPA)
