Opinión 

El comentario de hoy, jueves 17 de febrero 2022

Siempre nos ha sorprendido lo laxas que resultan las leyes en materia de transporte que existen en Oaxaca. Concesionarios y transportistas hacen siempre lo que les place, pues tal parece que no existe voluntad política para aplicarles la ley. Nuestra entidad sigue anclada en el uso de un sistema de transporte arcaico y obsoleto. Sólo hay que ver la chatarra con la que tiene que lidiar el usuario citadino, para ver el atraso en que vivimos.

Cada que los concesionarios del llamado pulpo camionero exigen aumento de tarifas, la petición viene acompañada de una promesa que jamás se cumple: la renovación del parque vehicular. Es decir, el retiro de unidades que tienen más de 20 años de uso, por otras modernas, más o menos confortables. Lo que cualquier ciudadano puede constatar es que están en servicio los mismos carros desvencijados de hace dos décadas o más.

Ya es común escuchar informes sobre supuestos o reales operativos de la Secretaría de Movilidad, para asegurar autobuses que incurren en algún accidente u otro ilícito. Sin embargo, en la práctica, siguen miles de taxis foráneos piratas en circulación y autobuses urbanos sin placas y sin la documentación obligada para prestar el servicio. Suponemos que menos se atiende la revisión de contaminantes o la situación física y mecánica.

La semana pasada un autobús de conocida empresa camionera se quedó sin frenos en una concurrida calle de la capital. Impactó a dos o tres vehículos. Se habló de heridos. En un comunicado, la SEMOVI informó que dicha unidad no tenía ni placas de circulación ni la documentación respectiva. La pregunta es: ¿y cómo prestaba el servicio con ese rosario de irregularidades? ¿Por qué tanta impunidad y complacencia con las empresas?

Al iniciar la presente administración y con la serie de irregularidades que venían del pasado, uno de los ofrecimientos fue regular el transporte. Pero por lo que podemos verificar, ni en materia de concesiones ni en la mejoría en la prestación del servicio se ha avanzado un ápice. Seguimos igual o peor. Pocas ciudades se han salvado de la invasión de las moto-taxis, que sirven no sólo para el uso de pasajeros, sino hasta para temas delictivos. Una pregunta adicional podría ser: ¿ha servido de algo que algunos ex funcionarios de las desaparecidas Secretaría o Coordinación de Transporte –hoy SEMOVI-, hayan sido puestos en prisión por presuntas irregularidades, si todo se quiso cambiar para seguir igual? ¿O sólo fue una cortina de humo, para reconocer que, en este tema, cada vez se privilegian más las buenas intenciones, dejando intactos los compromisos políticos? Lo dejamos de tarea. (JPA)

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