Opinión 

El comentario de hoy, jueves 16 de febrero 2023

Hay un programa que llama la atención en el nuevo régimen que encabeza Salomón Jara y es el de Fomento a la Lectura. Sin duda es digno de reconocimiento un gobierno que se proponga impulsar este hábito no sólo en los niños sino en la sociedad en su conjunto. El universo infantil es clave, dada la irrupción de modas, estilo de vida y modernidad tecnológica, con el internet a la cabeza, que ha creado un desapego hacia la lectura y el libro impreso.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura –UNESCO- el promedio de lectura en México, a la semana, es de 5.5 horas. Debajo de Venezuela que lo hace 6 horas. Según una encuesta oficial en 2021, el 80% de los mexicanos reconoció no haber leído un solo libro en un año. Por el lado contrario, algunos ávidos lectores reconocieron haberlo hecho en promedio 2 libros y medio.

En ese mismo año, la UNESCO afirmó que en el país sólo había un 2.8% de lectores regulares de libros. En 2022 las cosas mejoraron. Según el INEGI, los mexicanos leyeron en promedio 3.9 libros. Si bien es cierto que en Oaxaca uno de los problemas que más le afectan es la tasa de analfabetismo que, en el censo de 2020 la ubicó como la tercera entidad en el país, con dicho problema, hay que valorar este esfuerzo al menos para abatir las estadísticas negativas.

El fomento a la lectura, sin duda alguna, es un factor imprescindible de y para el proceso educativo. Para que tenga éxito, el gobierno estatal debe emprender una cruzada para mejorar la calidad de la educación. El estado arrastra un rezago brutal que se remonta al menos cuatro décadas. Y ha ido creciendo a la par de la movilización perpetua del magisterio que, por lo que hemos visto en los últimos meses, no cederá en sus manidos métodos.

¿Estarán interesados en los programas de fomento a la lectura, el reducido grupo de normalistas que exigen plaza sin examen, demanda que justifican con su plantón en el Centro Histórico? No lo creo. ¿O las centenas de activistas, sin experiencia en el quehacer público, con una formación profesional limitada, que hoy despachan en cargos de dirección o mandos medios en la estructura gubernamental educativa? Tampoco. Si para acabar con la corrupción y siguiendo los consejos del tlatoani, hay que barrer las escaleras de arriba hacia abajo, para crear el hábito de la lectura, habrá que ir en sentido inverso, a ver si eso ayuda a que Oaxaca tenga un gobierno honesto, vinculado al pueblo, limpio, transparente, como tanto se cacarea. Un gobierno que se inspire en la lectura y en la sabiduría que otros nos han legado. (JPA)

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