Opinión 

El comentario de hoy, jueves 14 de diciembre 2023

El 3 de diciembre pasado circuló en redes sociales, un escrito rubricado por dirigentes de la Escuela Normal Urbana Federal del Istmo –ENUFI-, que pinta de cuerpo entero, un sesgado, manipulado y pervertido movimiento normalista en Oaxaca. Exigen que los egresados no sean contratados en el ciclo escolar inmediato al de terminar su carrera, además, que se valore más su participación en movilizaciones y no en el promedio que obtuvieron en su formación académica.

Pero hay una demanda que generó no sólo indignación sino hilaridad. En el documento afirman que tienen derecho a disfrutar de al menos un año de descanso una vez que concluyan sus estudios. Se trata de los futuros mentores. Aquellos que ignoran o fingen desconocer el complicado mercado laboral que enfrentan cientos de miles de profesionistas, incluso con niveles de maestría y doctorado, que egresan cada año del sistema de universidades estatales o nacionales, públicas o privadas.

La semana pasada correspondió a alumnos de la Escuela Normal de Educación Especial hacer de las suyas. Bloqueos, quema de llantas, asalto a camiones de mercancías, entre otras linduras. Su demanda: cambiar a modo el plan de estudios y los requisitos para titularse. Se trata de la eterna protesta. Su perpetua inconformidad. Unas veces pidiendo contratación; otras, para rechazarlas. Unas buscando pretexto para delinquir; otras, para hacerle el caldo gordo en pleno proceso electoral a sus manipuladores “Pozoleros” u otros.

Lograr una plaza docente, se ha convertido en los últimos tiempos, en un espacio de confort; seguridad y certidumbre laboral. Desde hace mucho, el mentor privilegiado echó al cesto de basura su apostolado, su compromiso para la formación de los educandos; su vocación. He ahí el por qué, con la certeza de que no asistan a clases, hagan méritos bloqueando carreteras, avenidas o cerrando escuelas, sea parte del historial para que los futuros mentores sigan recibiendo plazas docentes, sin haberlas concursado.

Lo más preocupante es que, en la dependencia responsable, el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca –el IEEPO-, cuya estructura –y eso se sabe desde el inicio del gobierno de la Primavera Oaxaqueña-, se convirtió en una guarida de delincuentes istmeños, que tienen otras prioridades, no precisamente la atención a la problemática educativa de la entidad. Ahí se privilegia la supervivencia de una casta de malandrines que se desplazan por doquier, blindados por sujetos armados, contratados para otorgarles seguridad.

Sin formación para los cargos, sin compromiso con la administración del gobernador Salomón Jara y sin los perfiles para la negociación política, han abierto la puerta para que los vándalos escudados en el sistema de normales, sean hoy en día uno de los látigos que trastocan la gobernabilidad, la paz social y la tranquilidad ciudadana. (JPA)

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