Opinión 

El comentario de hoy, jueves 10 de febrero 2022

La contaminación de ríos y afluentes en el estado, es un asunto serio. Pero, se ha soslayado en las políticas públicas. Representa un tema preocupante de salud para la población. Datos aportados en la comparecencia de la titular de la Secretaría del Medio Ambiente, Energías Renovables y Desarrollo Sustentable, la semana pasada, ante la Comisión respectiva en el Congreso del Estado, no admiten dudas. Estamos ante un verdadero desafío.

Los Ríos Atoyac y Salado, reciben 86 descargas directas de aguas negras de 54 municipios, lo que equivale a 345 litros por segundo. Pueblos istmeños, como Juchitán de Zaragoza y otros, han insistido una y otra vez en la contaminación del Río de los Perros, igual que lo han hecho en la Cuenca, por los desechos peligrosos que se vierten en la corriente del Río Papaloapan. Sin embargo, a pesar de existir una dependencia responsable, se carece –suponemos- de capacidad económica o voluntad política para emprender acciones preventivas o, en su caso, punitivas.

Uno de los factores que sigue en la agenda de gobierno, sin resolverse, es la inoperancia de las llamadas plantas de tratamiento. Muchas de ellas resultaron un fraude. No existe un diagnóstico que revele con claridad su situación actual. La hay dispersas en decenas de municipios, pero inservibles. Son elefantes blancos. Poco se escucha de este tema en informes de gobierno o proyectos. La apatía oficial es insultante. Por ello, algunas organizaciones civiles han tomado el asunto de la contaminación para buscar solución.

Lo grave es que luego se cuelan falsos ambientalistas. Sin embargo, el deterioro del medio ambiente y la contaminación de ríos y afluentes debe verse desde una perspectiva integral. Difícilmente el municipio de Oaxaca de Juárez podrá resolverlo por sí solo, si no es con el apoyo de la Federación y el gobierno estatal. Además, claro, de la coordinación de los gobiernos municipales de las poblaciones que descargan sus aguas negras. Esperamos que para la administración estatal que viene o los gobiernos municipales que recién llegaron, este tema no sea sólo para crear falsas expectativas en los planes de desarrollo, sino compromisos tácitos con la población y el medio ambiente. Mucho hemos perdido por desidia y abulia. Se trata de preservar con dignidad y decoro lo que nos ha dado la naturaleza. Compete a gobierno y sociedad civil poner cada uno su grano de arena para una cruzada en favor de nuestros ríos, afluentes y entorno natural. (JPA)

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