El comentario de hoy, jueves 1 de agosto 2024
Terminaron las Fiestas de Julio en Oaxaca y, tanto a los propios como a los extraños, dejan un mal sabor de boca. Los sitios emblemáticos de la capital, siguen estando a reventar de visitantes. En realidad es una suerte tener una capital en la que se conjugan en perfecta armonía monumentos coloniales, con una intensa actividad cultural, folklore, gastronomía, artesanías, costumbres y tradiciones.
Se trata de lo que podríamos llamar una verdadera gallina de los huevos de oro que, mientras unos tratan de torpedear, otros pretenden explotar con abusos y excesos. Funcionarios que exhiben su torpeza con pésimas acciones o un gobierno municipal que teniendo el tiempo suficiente para negociar con ese racimo de sindicatos que laboran para el mismo, deja todo para que reviente, justamente, los días de más turismo.
No podían faltar los consabidos bloqueos a calles y avenidas; las marchas y las protestas, que nos han dado a nivel nacional un primerísimo lugar. Los torpes intentos del magisterio para traslapar su llamada Guelaguetza popular con la oficial. La de los pobres, toda deslucida y la de los ricos, con sus llamativos desfiles, convites, calendas y un derroche millonario en adornos y estatuas.
Fuera del entorno oficial, los propios oaxaqueños disfrutaron de sus fiestas como ya es tradicional, incluso capoteando o denunciado los abusos. Y es que los restaurantes de moda, las mezcalerías, antros y chupaderos, se la dejan caer por igual a locales que nacionales o extranjeros, aunque claro, no es lo mismo el espejismo del billete verde, a cambio de un remedo de cocina ancestral o del cachirul que se da en la llamada “bebida de los dioses”, el mezcal.
Algo tienen que hacer las autoridades para detener el mercado negro de los boletos de entrada a La Guelaguetza, tampoco dejar en el plano sólo de denuncia, los abusos, cobros indebidos, malos servicios y otros que, ante la falta de correctivos, sean pecuniarios o administrativos, se han convertido en una institución. De no hacerse, seguiremos cada año destacando esas abominables conductas.
Y los responsables de connivencia y complicidad enquistados dentro del régimen de la Primavera Oaxaqueña, que dejen de proteger a dirigentes y líderes cuasi-criminales escudados en el transporte y en los sindicatos, que son los que arman balaceras. Y sancionar a funcionarios o jefes policiales que incurren en abusos. Que cada quien cumpla con su papel y dejen el huateque de las calendas y convites, en donde hacen el ridículo bailando, mientras que en las diversas regiones del estado, las masacres y vendettas se estrenan cuando la capital está de fiesta. (JPA)