¿Desbandada?
Moisés MOLINA
Empieza la desbandada. Tenemos ante nosotros un hecho político digno de notas, columnas y ensayos.
MORENA, convertido en un fenómeno partidista comienza a sufrir las naturales consecuencias de todo partido de un solo hombre. La dictadura partidista de López Obrador ha recibido el primer grito de “sufragio efectivo” de uno de sus hombres más fuertes. Leal, competitivo, eficaz, eficiente, operador y acostumbrado a ganar por la vía del pragmatismo.
Monreal lo abandona, y habrá que esperar a ver cuántos más.
¿De dónde salió Claudia Sheinbaun? Y no estoy con esto diciendo que sea una improvisada o desconocida.
Pero ¿De dónde salió para complicar lo que con Batres o Monreal estaba ganado? Solo Obrador lo sabe, pero quien tuviera un currículum académico y político esforzado y gozaba del privilegio de la ausencia del desgaste, de que muy pocos suspirantes pueden ufanarse, comienza a posicionarse de ya manera meteórica.
Pero hay de posicionamientos a posicionamientos, y Sheinbaun comienza muy temprano a cargar la pesada loza del “juanitismo”.
Obrador, obsesivo del poder, pragmático hasta el tuétano y ávido de la exclusividad del mesiaismo, con todo y su caudillista respaldo popular volcado a las urnas despersonalizando candidatos, porque quién vota por MORENA vota por Obrador, en el fondo le teme a Monreal y mira con recelo a Batres.
Sabe que, como es la regla general, si les da la oportunidad de sentir el poder como sus iguales y hasta mecenas poniéndoles en ruta de ganar la elección de la Ciudad de México, se van a volver en su contra y le van a traicionar, a pesar de que la lealtad hacia él se percibe públicamente.
Necesitaríamos conocer fondo la biografía de los dos obradoristas, para saber que traicionar es fácil. Nadie como Andrés Manuel conoce el frenesí del Poder y de lo que se puede ser capaz para conseguirlo.
A fin de cuentas es más que un dictador, un monarca redentor. Como Luis XIV … “el partido soy yo”.
Martí se ha mostrado cauto o resignado, disciplinado, silente ante la injusticia.
No así Monreal, zoon politikón, que tiene a diferencia del joven Batres, el capital político y las relaciones para empoderarse por sí mismo y desenmascarar a López Obrador. Su guerra, no va a ser contra una Sheinbaun sin estatura ante el reto que le espera, sino contra el tlatoani. Rebelión en la granja.
Un escalofrío comienza a recorrer la espina dorsal del tabasqueño.
AMLO tiene miedo.
Posicionar a la dama en tan corto tiempo, en una demarcación electoral como la Ciudad de México, es reto monumental.
Si ensayamos un análisis FODA de Doña Claudia, en relación con sus electores, el escenario más probable, en mi opinión, es el de la preponderancia de sus debilidades y amenazas. Solo el posicionamiento de su partido y Andrés Manuel como candidato de facto, la pueden salvar.
Pero si Monreal logra -en lo que es experto- construir una gran alianza de iure y concitar el apoyo de facto de actores políticos prominentes partidistas, empresariales, gubernamentales et al, solo habrán dos caminos posibles:
- O le dan la candidatura por Morena; o
- AMLO dice adiós en definitiva a su sistemático sueño de 2018.
Todo esto sin contar con lo que defina Miguel Ángel Mancera que seguramente irá formalmente con Chertorivski, aunque si duda, le resultaría más suculento ir a la segura contra López Obrador.
Falta ver qué define el PRI, e lo que parece ser para Obrador, un “viva el rey, muera el rey”.
La apuesta por Claudia Sheinbaun es tan riesgosa, como darle la candidatura a Monreal.
Es una ejemplar lección de que ni siendo el absoluto de su reino, puede controlar las variables externas.
Eso de inventar candidaturas es , siempre, mala ocurrencia. Varios estados del país lo han demostrado, pero puede más el miedo a la deslealtad, así se tenga que hacer de una aceituna un candidato.
@MoisesMolina
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