El comentario de hoy, martes 27 de mayo 2025
Hace poco más de una semana, la Fiscalía General del Estado, en coordinación con la Policía Estatal y Municipal, la Guardia Nacional, así como fuerzas castrenses, llevaron a cabo el operativo llamado “Pescador”, en la zona del Mercado de Abasto. Los jenízaros escudriñaron por todos lados, para sacar de sus escondrijos a viciosos, malillas, alcohólicos crónicos y otras personas.
Fueron centenas de hombres y mujeres, prácticamente en situación de calle que, incluso con familia y dada su enfermedad, han tomado la decisión de hacer de dicho espacio público su hogar. Sería injusto etiquetar a quienes fueron detenidos y subidos a las bateas de patrullas como delincuentes. Lo cierto es que los robos, asaltos y otros delitos están a la orden del día.
Los aludidos fueron llevados a centros de rehabilitación de algunas poblaciones de los Valles Centrales. Sin embargo, fueron rechazados por autoridades municipales y pobladores. En efecto, no hay espacio para albergar a centenas de enfermos, además de los efectos colaterales que ello implica para las comunidades. ¿Conclusión? Así como se fueron han ido regresando, excepto José Antonio Sánchez, quien falleció en virtud de presuntas causas derivadas del referido operativo.
Nos cuentan que hace décadas, de manera casi secreta, llegaban de Puebla a Oaxaca camionetas repletas de enfermos mentales. Desorientados, fuera de la realidad y ante un lugar que les era ajeno, eran abandonados a su suerte. Y de ahí empezaban a deambular sin rumbo. Había de todo, desde aquellos que nacieron con taras mentales hasta viciosos que, como se dice vulgarmente, se habían quedado en el viaje.
Los problemas de la mente han sido abordados por grandes pensadores y artistas. Nietzsche consideró que “la locura era un estado de salud”. Erasmo de Roterdam escribió su “Elogio de la locura” y el artista flamenco, El Bosco, pintó con gran crudeza, “La nave de los locos”. Aquella nave del Renacimiento que nadie quería que atracara en sus puertos. O Michel Foucault, que dedicó décadas de su vida a desentrañar los problemas del comportamiento humano atípico.
Una limpia al Mercado de Abasto, sin atacar las raíces del problema, trajo críticas, por la ausencia de una política social que abra la puerta a quienes quieran rehabilitarse. No existe voluntad política para atender a este sector marginal de la sociedad. Son algo así como los condenados de la tierra.
Por otra parte, cómo abatir las adicciones ante un mercado cada vez más creciente de alcohol y drogas sintéticas que trae aparejados otros ilícitos. Nada agradable es ver de manera cotidiana en nuestras céntricas calles o ahí, en los pasillos, en la zona de bodegas o en los matorrales del Río Atoyac, jóvenes picándose con agujas, o cuerpos casi inertes agonizando, frente a una sociedad cada vez más indolente, insensible y apática. (JPA)