El comentario de hoy, martes 17 de junio 2025
Dos temas vale la pena tratar en esta colaboración radiofónica: uno, la inseguridad que se respira en la capital oaxaqueña y, dos, la urgente regulación de las calendas.
La semana pasada, como si estuviéramos en algunas de las ciudades del norte del país que viven a merced de los grupos criminales, la ciudad vivió un episodio preocupante en la zona del Mercado de Abasto. A balazos, golpes y catorrazos, sindicatos que son, de facto, grupos delictivos, se disputaron puestos y el cobro del derecho de piso. Personas que ahí expenden sus productos vivieron aterrorizadas por sujetos armados. Extrañamente ninguno fue detenido.
La pregunta es: ¿quién le ha dado la potestad a confederaciones y sindicatos violentos, de la propiedad o el usufructo de espacios o locales que, por ley, están bajo jurisdicción del gobierno municipal? ¿De cuándo acá gremios, que dicen proteger los derechos laborales de los trabajadores, se asumen caciques de horca y cuchillo de los mercados de la ciudad? O más bien: ¿de qué tamaño son los compromisos y complicidades con la casta política que hoy tiene el pandero?
En torno a las calenda, es importante subrayar que es parte de nuestra cultura ancestral. Las fiestas patronales no se pueden explicar sin ella. Como dice el refrán: a cada Santo le llega su día y, por supuesto, su festejo, calenda incluida. Curiosamente, algunas que llegaron a permear en la memoria colectiva, como la que se realizaba el 24 de diciembre por la noche y que recorría barrios y Centro Histórico, fue suspendida desde hace años. Torpezas tan comunes en los gobiernos.
En los últimos tiempos, la citada tradición ha perdido su esencia. Se ha vuelto un espectáculo grotesco, ordinario y vulgar que, lejos de generar emoción, sólo ha logrado rechazo ciudadano. El consumo de alcohol, las agresiones a transeúntes o automovilistas, la transgresión de la costumbre, han generado la exigencia de una obligada y urgente regulación. Esta tarea la tiene ya en sus manos el Cabildo Municipal de la capital.
Estamos a casi un mes de celebrar la tradicional Guelaguetza, ese festejo que a 93 años de que naciera como “Homenaje Racial”, le han hecho tanto añadidos, invenciones y remiendos, que ya estamos frente a una mezcolanza comercial. Y cómo no, si hasta la reventa de boletos está viento en popa. Obvio, con la misma vienen las calendas, los convites, los desfiles, que conllevan cierre de calles, congestionamiento vial y ratificar a nuestra capital como un gigantesco congal.
Se observan tantos compromisos y complicidades en el equipo del gobierno local que, resulta difícil discernir si llegaron ahí para servir, para pervivir o para hacer negocios, traficar influencias o vender favores. Es claro pues, que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. (JPA)