Opinión 

El comentario de hoy, jueves 26 de enero de 2017

El sábado pasado, la Sección 22 estrenó nueva dirigencia. Los delegados a la asamblea estatal designaron a Eloy López Hernández, del sector Chalcatongo, región Mixteca y a Genaro Martínez Morales, de los Valles Centrales, como Secretario General y Secretario de Organización, respectivamente. Los cinco restantes, de los siete que fueron elegidos previamente, ocupan otras tantas carteras.

La renovación de la dirigencia sindical es cíclica y como antaño, se reparte por cuotas regionales o de grupos. Previa a la elección, el llamado Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación, al juzgar por sus movilizaciones y marchas, se observó desgastado, desangelado y fracturado.

Y hay razón, a 37 años de supuesta lucha, los mentores han perdido su base social de apoyo. La famosa “lucha revolucionaria” a la que convocan sus dirigentes, que no el cumplimiento de su deber docente, los ha puesto en el imaginario colectivo, en el patio trasero de los desafectos y el desprecio ciudadano.

El apostolado se perdió. De aquel maestro digno de respeto y veneración social, devino un farsante con doble discurso y anclado en moldes de una supuesta lucha, que la modernidad rebasó desde hace mucho. La vocación docente se trastocó en adoctrinamiento. Los valores patrios se desmoronaron ante ideologías que hoy en día, pasaron a la historia. Con la caída del Muro de Berlín, el mundo bipolar, la teoría marxista y la película de la lucha revolucionaria terminó, pero nuestros mentores no han querido abandonar la sala.

Hubo quienes transitamos muy jóvenes por las Normales Rurales; por la Federación de Estudiantes Campesino Socialistas de México –la FECSM- y aún abrevamos de los Clubes de Orientación Política e Ideológica –los COPIS-. En los años 70, en el sistema de normales rurales, hubo instituciones que se caracterizaron no por su combatividad, sino por su fanatismo. Una de ellas fue la normal de Ayotzinapa, de donde es egresado el nuevo Secretario General de la Sección 22.

Sólo hay que recordarle a esta nueva dirigencia que el mundo ya no es el mismo; que el país deplora del fanatismo y que el pueblo oaxaqueño espera de los maestros, verdaderos educadores. Mentores comprometidos con mejorar la calidad de la educación y no fantoches, que nos sigan fustigando con viejas consignas sesenteras e ideologías arcaicas, que lo único que han logrado a la fecha, es ubicar al magisterio como un sector reaccionario, acomodaticio y convenenciero.

El país, en estos momentos cruciales, requiere de maestros de vocación, pero sobre todo patriotas, que sin abdicar de su condición formativa y su tradicional rebeldía, coadyuven a formar generaciones que en un mundo global, sean más competitivas y críticas. (JPA)

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