Opinión 

El comentario de hoy, martes 9 de enero, 2018:

Pasaron las fiestas decembrinas y la temporada vacacional. Una vez más la ciudad capital, los Valles Centrales y nuestros destinos de playa, mostraron su extraordinario atractivo. Las calles atiborradas de visitantes del país y el extranjero. Huatulco y Puerto Escondido a reventar de turistas. Desde los hoteles de gran turismo hasta los más modestos, tenían casi lleno completo.

Para los expertos en materia turística, Oaxaca es un estado completo. Es decir, no sólo tiene sitios y monumentos que el turista desea conocer, sino además playas, bellezas naturales, gastronomía, artesanía y otros. Nuestra capital es, adicionalmente, una expresión de la arquitectura novohispana que difícilmente se encuentra en otras partes del país. Es, como ya lo hemos dicho, Patrimonio Cultural de la Humanidad, reconocida por la UNESCO.

Estamos rodeados de vestigios de culturas milenarias, cuyo mejor exponente son las Cuevas de Yagul, también patrimonio cultural. Ahí se encontraron semillas, con una antigüedad de al menos 10 mil años, una prueba fehaciente de que nuestros ancestros más remotos, eran agricultores. Pese a todo ello, nuestra entidad, desde el punto de vista turístico, sólo es un destino de paso. Los visitantes no permanecen un tiempo prudente para conocer todo lo que Oaxaca tiene.

Por un lado es la falta de promoción en medios impresos y electrónicos; por la otra, la falta de una cultura de atención al visitante, que contribuye a los abusos, la falta de calidad en los servicios y los cobros indebidos. Destinos que hoy tienen más infraestructura y se han vuelto santuarios de ciertos segmentos sociales, como Mazunte o Zipolite, antes conocidos como playas de desove de tortugas o nudismo, fueron en esta temporada en donde más abusos se cometieron.

Centros de hospedaje en Huatulco, sobre todo hoteles de cadenas mundiales, conocidos por su programa de todo incluido “all inclusive”, han quedado fuera del alcance de los modestos bolsillos del turismo nacional. Sus costos están por las nubes. Si bien es cierto que son fuentes de empleo para muchos paisanos, también es cierto que la derrama económica se queda ahí. El turista tiene ahí todo. No tiene necesidad de salir a mercados, bares, restaurantes u otros y contribuir a la economía de las poblaciones.

Si en verdad se trata de convertir al turismo en uno de los pilares de la economía, el gobierno debe instrumentar medidas para hacerlo en verdad una industria. Que sea un aliciente para miles y miles de familias que viven de la prestación de servicios. Pero para ello, hay que instrumentar las medidas pertinentes para evitar los abusos, como esos platillos cuyo costo elevado los hace sentir que son cotizados en euros; para mejorar la calidad de los servicios; para forjar una cultura que evite que sigamos como destino de paso. (JPA)

 

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