Opinión 

El comentario de hoy, martes 31 de enero, 2017

 

México está viviendo sin duda alguna, momentos históricos. El efecto Trump y la forma humillante de tratar a nuestro país; de referirse a nostros como el patio trasero del imperio, ha despertado como nunca, un sentimiento de amor a México. Han vuelto a la conciencia colectiva la pasión por lo nuestro; nuestros valores; los símbolos que nos dan identidad.

La construcción de un muro fronterizo y el trato despectivo hacia nosotros, de parte inclusive de empresarios norteamericanos, de arraigada xenofobia y racismo, ha concitado incluso, de la misma prensa norteamericana, un apoyo solidario. Sólo la semana pasada, The Washington Post, The New York Times, The Boston Globe, US Today, The Baltimore Sun, The Wall Street Journal, The New Yorker, entre otros, criticaron en sus editoriales la actitud segregacionista de Trump.

El diario español El País, llamó a los países de Europa a solidarizarse con México y algunos mexicanos notables, como el magnate Carlos Slim, enfático sostuvo que no hay que dejarse intimidar por las amenazas de Trump. México tiene mucho que sacar de esta situación de crisis. Es importante subrayar, lo que muchos mexicanos hemos seguido en las redes sociales: la gran simpatía que ha concitado nuestro país en el mundo.

En tanto nosotros, hacemos escarnio de esta situación. El ingenio para crear memes, frases, de pitorrearnos de lo que nos pasa, no tiene comparación en ninguna parte. La risa es un remedio infalible, pero sobre todo para los mexicanos. Jamás un personaje como Trump o el presidente Peña habían sido depositarios de tanta creatividad e ironía.

Y es que en efecto, no son tiempos de victimizarse y rasgarse las vestiduras; de asumirnos como inocentes reses ante los embates de un carnicero o villano fascista. Es tiempo en que los políticos, gobernantes, partidos, sindicatos, legisladores, empresarios y otros cambien de actitud. Muchos –aunque hay excepciones- llevan tatuado en la frente, el estigma de la corrupción; de la banalidad y la mediocridad. Son tiempos de unidad, pero también de reconsiderar lo que hemos hecho hasta hoy y lo que debemos hacer para labrar un futuro mejor para México.

En la demagogia gubernamental son tiempos de cambio y sacrificio; de apretarse el cinturón y evitar gastos suntuarios. Pero eso no aplica para todos. Hay una casta privilegiada que se despacha a sí misma con la cuchara grande. Para diputados federales, senadores y diputados locales, y sobre todo para los sindicatos, la austeridad es letra muerta. No aplica. Ellos siguen con sus jugosos salarios y prestaciones.

No han tomado consciencia de que o cambiamos o a todos nos llevará el tren. En tanto México siga arrastrando esos latres perniciosos, seguiremos como hasta hoy, agachados y a la defensiva de las grandes potencias. (JPA)

 

Leave a Comment