El comentario de hoy… martes 2 de agosto de 2016
Concluyeron los festejos de julio y con ello, la celebración de la tradicional Guelaguetza que tantos sinsabores generó. Pese a la realización del evento folklórico, los efectos del boicot magisterial fueron evidentes. Oaxaca está de nueva cuenta devastada económica y socialmente. Peor que en 2006. Muchos nos preguntamos: ¿valió la pena detener a los radicales de la Sección 22, para liberarlos luego como resultado de las mesas de diálogo con la Secretaría de Gobernación? Definitivamente no.
El gobierno federal no sólo ha mostrado insensibilidad sino además, ha exhibido debilidad y la certeza de que la ley es un resorte del arreglo político, que siempre caminará detrás de éste. El Estado de Derecho en este país es una ficción, como lo es la farsa del beneficio colectivo que traerían consigo las llamadas Reformas Estructurales. Aquí más bien, parece prevalecer el protagonismo, la frivolidad y la mediocridad.
Sigue vigente la máxima juarista de: “a los amigos justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas”, a más de ciento cincuenta años. Un Estado débil, que se subordina al chantaje, a la manipulación y soslaya su responsabilidad de salvaguardar las libertades de las mayorías, puede ser un membrete, una entelequia, pero no puede llamarse Estado, en todo lo que implica en concepto.
¿Acaso tendremos los oaxaqueños que llorar e hincarnos, como lo hizo la madre de la joven Nallely Elizabeth García Vargas, secuestrada en Apan, Hidalgo, y liberada como por arte de magia al día siguiente, una vez que el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, ordenó su búsqueda? ¿Hace falta algo así para que la Federación aplique la ley en Oaxaca y deje de hacerle el juego a la CNTE con sus famosas mesas de diálogo?
Luego de casi tres meses de sitio, de pérdidas económicas de miles de millones; de incrementar los índices de pobreza; de desempleo; de secuestro de nuestras libertades y atropellos a nuestros derechos humanos, sólo nos queda una certeza: Oaxaca no es prioridad para el gobierno federal. Somos el “otro México”. Un remanente de esa franja convulsionada, ingobernable, irredimible. Esa entidad de historia, tradición y cultura, pero sometida por demagogos. Aquella “reserva espiritual de México” –como le llaman algunos románticos- con una sociedad quejumbrosa, que sólo se crece al castigo de turbas de fanáticos, doble discurso y enmascarados, pero es incapaz de hacer un frente para detener sus atropellos.
Hoy se entiende pues, la prioridad de la Federación son los viajes al extranjero y hacer cierta aquella sentencia popular de “candil de la calle oscuridad de la casa”, pero además, la certeza de que aún en el Siglo XXI, siguen habiendo mexicanos de primera y de segunda. Todo implica que los oaxaqueños estamos en la segunda categoría. (JPA)