Opinión 

El comentario de hoy, jueves 26 de mayo de 2016

bloqueo exgarita

La semana pasada, el medio impreso en donde colaboro desde hace dos décadas, publicó una amplia nota respecto a la situación tan dramática por la que atraviesa la economía oaxaqueña, con datos de la organización de la sociedad civil: “México, ¿cómo vamos?”. Los datos que ha recogido dicha organización no sólo son reveladores sino en realidad preocupantes. En pocas palabras afirma que nuestra economía local está desahuciada.

En los rubros de empleo, población económicamente activa, desarrollo social y pobreza, nos ubican muy por debajo de la media nacional. Tal parece que no tenemos remedio, pues según el informe, ninguno de los aspirantes a la gubernatura han puesto especial interés en proponer medidas para revertir esos indicadores. A todo ese panorama se agrega la deuda pública que, todo mundo sabe, dejará la actual administración al siguiente gobierno.

Pero hay un factor que ha sido –perdón por la insistencia- determinante para promover el empleo, alentar las inversiones y generar la necesaria riqueza que, distribuida de manera racional, puede detonar nuestro postergado desarrollo. Y es mantener firme la fuerza del Estado. No es posible que las empresas de energía eólica; las que explotan fundos mineros; las que pretenden generar celdas solares e incluso, las tiendas de autoservicio, tengan que cerrar o irse del estado, ante el constante acoso. No sólo están bajo la presión de organizaciones sociales cuyos dirigentes perviven del soborno, el chantaje y la extorsión, sino también de centrales obreras y sindicatos.

El bloqueo y la amenaza han devenido una de las industrias más rentables. La movilización por todo. El cierre de carreteras, cruceros, autopistas, etc., es el pan cotidiano. No existe en ninguna parte del país. Todo se logra a través de esos métodos infames. Por intereses particulares se afecta la economía del estado, de una región o municipio. Hay desorden por todos lados. Hay que ver el botín en que se ha convertido el transporte público, para darse cuenta de una realidad que exige la aplicación de la ley.

Y no se trata del manido argumento de que se criminaliza la protesta social. No. Se trata de mantener en todos los órdenes, la paz social, la gobernabilidad y el Estado de Derecho. En la medida en que sigamos a merced de grupos, sindicatos, organizaciones y otros, Oaxaca seguirá arrastrando el lastre del atraso, la marginación y la pobreza. Bien podremos estar sentados sobre vetas de oro, pero así podríamos seguir, en tanto haya líderes de organizaciones que bajo argumentos pueriles, como la defensa de la tierra o de los derechos indígenas, impidan su explotación, sólo porque los inversionistas no les salpican para su bolsillo. (JPA)

aurrera juchitan

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