El comentario de hoy, jueves 22 de junio
El incendio en la Refinería “Antonio Dovalí Jaime”, de Petróleos Mexicanos (PEMEX), ocurrido la semana pasada, el cual fue sofocado con el esfuerzo heroico de bomberos, trabajadores y la solidaridad ciudadana, deja una lección para el futuro. La paraestatal debe revisar a fondo sus mecanismos de seguridad, los protocolos en caso de siniestro y responder no sólo de hechos como éste, sino de la reiterada denuncia de los pescadores ribereños de esa zona, por constantes derrames y daño ambiental.
Sin duda, la refinería ha sido desde su fundación, una fuente de empleo para miles de paisanos. Ha sido, asimismo, un eje de la derrama económica. Pero también ha representado un grave riesgo para la población. Los hechos no mienten. Miles de habitantes de las colonias aledañas a la refinería tuvieron que ser evacuadas al presentarse el siniestro, y la emisión de humo tóxico fue un peligro para la salud.
Desde hace años se dice que habrá una reconfiguración de dicha planta, con una inversión millonaria. El mismo presidente de la República estuvo en la ciudad y puerto a principios de 2016 y anunció una cuantiosa inversión en la construcción de un gasoducto. Nada ha habido al respecto. Igual que el famoso puente multimodal transístimico y que el corredor industrial Salina Cruz-Coatzacoalcos, que fueron parte del discurso de regímenes anteriores, como hoy lo son, las Zonas Económicas Especiales.
Lo que percibimos la semana pasada es que si bien nadie está a salvo de siniestros o de la fuerza de la naturaleza, seguimos siendo tan vulnerables como cualquiera. Esa inversión de que tanto ha hablado la Federación, debe ser canalizada hoy en reparar los daños; en reactivar las partes que resultaron averiadas y afinar los mecanismos de seguridad. Nada tan deplorable como exponer a la población o a los trabajadores. Y en el siniestro de la semana pasada, falleció un trabajador.
En paralelo, PEMEX debe corregir su política en el entorno del medio ambiente. El Istmo de Tehuantepec está lleno de ductos, que lo mismo llevan petróleo crudo, que gasolina, gas, amoniaco u otros materiales tóxicos. Hace al menos tres años hubo un accidente, con varios muertos, en una comunidad denominada Chivaniza, por una fuga de amoníaco.
Pero principalmente, es necesario resarcir a los afectados por constantes derrames, que han acabado no sólo las especies que son el alimento de miles de ciudadanos, sino que simplemente se ha hecho caso omiso de las denuncias. Ello sin contar con las fugas o incendios, que se han vuelto cosa común en los últimos años. (JPA)