El comentario de hoy, jueves 2 de noviembre

Desde hace mucho, el gobierno estatal perdió totalmente el control del transporte público. Organizaciones y sindicatos se han convertido en un poder fáctico que intimida, amenaza o conculca los derechos civiles. CTM, Sindicato Libertad, FESO, CNP y demás membretes, han puesto de rodillas no al gobierno, sino a la sociedad a quien dicen servir.
Por razones aparentemente sin importancia, la semana anterior, uno de los sempiternos dirigentes del sector transporte de la CTM, bloqueó con taxis, moto-taxis y demás chatarra, diversos cruceros de la ciudad y aún amagó con una ridícula huelga de hambre. El suplicio se prolongó por varias horas. Al día siguiente, la CTM volvió a las andadas. Detrás de todo era la presión para incrementar tarifas, más concesiones, derecho de exclusividad en el acarreo de materiales para la reconstrucción y hasta el cobro de cuotas millonarias a municipios y gobierno.
El Estado ha sido demasiado complaciente con estos gremios. Cada uno dice presionar en contra del transporte pirata, pero ellos mismos lo utilizan. La ley de transporte es letra muerta. Los primeros en violentarla son los mismos dirigentes. Capos de horca y cuchillo. Y el problema ha ido creciendo pues el trasporte público se ha convertido asimismo en parte del engranaje de la delincuencia. Asaltos, robos, narcomenudeo, cobro de extorsiones, derecho e piso, etc.
Uno de los problemas más graves es que el otorgamiento de concesiones y permisos se da en la absoluta discrecionalidad. En lo oscurito pues. Igualito que con los maestros. Mesas de diálogo de espaldas al pueblo. Nadie sabe de qué forma se juega el destino de una sociedad. Si no cumplen sus caprichos, ahí están los bloqueos en cruceros, carreteras, oficinas públicas. O son concesiones, o son tarifas o la autorización del acarreo de materiales pétreos. Nunca están satisfechos.
Todos los mecanismos de regulación han fracasado. Y es que la podredumbre aflora por doquier. Un día el gobierno declara veda al otorgamiento de concesiones, al rato lo doblan. Y es el miedo y no la fuerza de la ley lo que termina imponiéndose como política de Estado. Alguien lo dijo hace tiempo: “no se puede gobernar con miedo”. Para el transporte y para el magisterio, deben tomarse acciones extremas e incluso, formas no convencionales de la política, como en los viejos tiempos.
Oaxaca no puede seguir secuestrada por caprichos y acciones contra la ley. Ya estamos hartos. Ya no hablemos de pactos sociales. La ambición monetaria es mayor que cualquier llamado a la conciencia por lo que ha vivido la entidad en los últimos meses. Hay que movilizar a la sociedad civil, profesionistas, empleados, amas de casa, padres y madres de familia, empresarios, locatarios, etc., para ponerles un alto a estas afrentas a las libertades civiles. Hasta hoy, sólo hemos lamido la coyunda. (JPA)
