El comentario de hoy, jueves 15 de junio
El sector salud ha sido, desde hace tiempo, una verdadera cloaca. Pero además, políticamente, como una pila de agua bendita: todos meten la mano. Se dictó auto de formal prisión a dos presuntos implicados por abuso de autoridad y la escandalosa corrupción que se dio en el pasado reciente. Pero la podredumbre ahí está incubada. No es fácil erradicarla.
El fraude no está sólo en la construcción de sanitarios ecológicos o en las obras de infraestructura. Está en la adquisición de medicinas, que eran similares y se facturaban cual si fueran de patente. La cloaca se destapó a tiempo, por ello no cuajó más que seis meses un famoso Fideicomiso de Fatiga Laboral, que se pretendió echar andar, con ganancias millonarias para los operadores, aunque en el fondo sólo fuera un artificio.
El desvío de recursos, peculado y corrupción galopante no se estima en 20, 30 o 50 millones de pesos. Son miles de millones los que están bailando. De los que no hay claridad, sólo que fueron a parar a los bolsillos de una quinteta de vivales, ante la devastación sanitaria en la entidad, sobre todo en las zonas rurales más pobres. Enfermos que no tenían medicinas; diabéticos a los que se les suministraba insulina de manufactura china; hospitales –como lo constató el mismo gobernador Murat, a dos días de haber asumido el cargo- cuyas cocineras hacían milagros para darles de comer a los enfermos.
Lucrar con la salud de los ciudadanos es un crimen. Así de simple. Sin embargo, la falta de claridad en la desconocida Ley Orgánica del Poder Ejecutivo, ha hecho que haya ex funcionarios que fueron inhabilitados en el pasado, hoy sigan ocupando cargos públicos; que hoy mismo sigan en el sector salud, servidores públicos que a través de la subrogación de servicios buscan beneficios particulares. Apenas iniciaba esta administración cuando le fue grabada una conversación a un funcionario que pedía “moches” a un proveedor de uniformes en Puebla.
¿Habrá pues que sorprenderse de la cloaca del pasado; castigar o simular castigar a los infractores, cuando siguen las mismas prácticas; las corruptelas y el tráfico de influencias? Esperamos que el nuevo Fiscal de Combate a la Corrupción, nombrado por el Congreso local la semana pasada, ponga en práctica no sólo sus méritos académicos y laborales, sino su vocación y compromiso de servir a los oaxaqueños, más allá de los empeños curriculares que al menos en nuestro ambiente local, sólo son un componente circunstancial. Que no le tiemble la mano para erradicar esa podredumbre que, desde hace algunos años, ha devenido un cáncer social. (JPA)