Opinión 

El comentario de hoy jueves, 11 de agosto

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En los años 30 del siglo pasado, nacieron como una conquista de la Revolución Mexicana, las escuelas Normales Rurales. En el período del presidente Lázaro Cárdenas, todas ellas se insertaron en la llamada educación socialista. Dichas instituciones se diseminaron en todo el país. Unas para varones; otras para señoritas. Miles de maestros y maestras oaxaqueñas se formaron en las mismas. En Cuilapan, San Antonio de la Cal, Comitancillo y Reyes Mantecón, y de mujeres, en Tamazulapan del Progreso. Sin soslayar la valiosísima aportación del Centro Regional de Educación Normal –el CRENO-.

Las generaciones que egresaron de dichas instituciones, hasta los años setenta más o menos, formaron un hito en la historia de la educación pública. Las Normales Rurales prepararon a maestros para luchar contra la ignorancia y revertir los efectos de la pobreza y la marginación, teniendo como instrumento a la educación en las zonas rurales. El maestro era el líder, consejero, gestor, promotor, guía moral. Lo mismo enseñaba los rudimentos de la agricultura que industrias rurales; lo mismo aprendía lenguas originarias que castellanizaba para enseñar la lecto-escritura.

En las Normales Rurales también la ideología socialista tenía un papel relevante. En los Clubes de Orientación Política e Ideológica –los COPIS- se leía y enseñaban los rudimentos de la lucha social, pero jamás de espaldas al compromiso con la educación. Ésta era vista, como un pivote del cambio social; como un eje de la liberación del marginado en su lucha contra el capital y la burguesía dominante. ¿Cuándo fue pues que el maestro normalista, abdicó de su compromiso educativo para devenir farsante de la lucha social; cerrar escuelas; cobrar sin trabajar; volverse en pocas palabras, candil de la calle y oscuridad de su escuela?

La educación y la formación de muchas generaciones de alumnos oaxaqueños no se pueden explicar sin la aportación de los maestros rurales; apóstoles del conocimiento y soldados que con humildad, pero con valentía, combatieron la ignorancia. El fin de semana pasado hubo un encuentro de maestros egresados de la Escuela Normal Rural “Moisés Sáenz” de Reyes Mantecón. La mayoría ya jubilados. Ahí estuvo con ellos, quien fuera su maestra: Elizabeth Alcázar Ortiz, la maestra “Chabelita”.

Son de la generación 1963-1968. Muchos sobreviven; otros ya se fueron. Pero en sus comentarios, sus reflexiones y hasta en sus bromas, nos dieron una lección de algo que para muchos oaxaqueños es parte de la historia: ser maestro es algo más que una profesión. Es un apostolado. No la farsa, la demagogia y el discurso del odio que hoy, desafortunadamente, han contaminado tan noble carrera. (JPA)

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