Opinión 

El comentario de hoy, 5 de abril de 2016

elecciones

Los procesos electorales en la entidad, sobre todo en los últimos años, han tenido un ingrediente negativo: han servido sólo para despertar más encono social y agudizar las diferencias entre la sociedad. Han polarizado a la ciudadanía pues partidos y candidatos, lejos de aceptar la voluntad ciudadana tal como se presenta en las urnas, casi siempre los resultados finales son producto del litigio en tribunales.

Por ello, hay que darle un voto de confianza al llamado hecho por el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana –el IEEPCO- a los partidos políticos, para que el proceso que ha iniciado sea llevado por los caminos de la civilidad. Hay que ver los procesos de elecciones como producto de nuestra incipiente democracia. Si bien es cierto que resulta onerosa y los partidos políticos reflejan el desgaste de un sistema ya acartonado, al día de hoy, no existe una alternativa viable que pudiera sustituirlos.

Un ejemplo es la apertura a los candidatos independientes. Es lamentable que la primera vez que se abre la puerta a los mismos, ninguno de los que se registraron para la gubernatura pudo acreditar y cumplir con los requisitos que exige la ley electoral. Al contrario, fueron exhibidos de presentar firmas sin cumplir el requisito de cantidad, tampoco se cubrió la validez de las credenciales de elector. Por el contrario, se encontraron irregularidades que en otro contexto deberían ser motivo de sanciones penales o administrativas.

El llamado a partidos y candidatos debe buscar ante todo, la correcta conducción de las campañas. Sancionar los señalamientos; el uso irracional y hasta patológico de las redes sociales para denostar o descalificar; el abuso en las filtraciones de conversaciones y grabaciones. Asimismo, eliminar la entrega de dádivas por sí o por otros, que da cuenta de la inexistencia de una cultura política que busque en las propuestas y la oferta, la simpatía ciudadana.

Se ha acostumbrado al ciudadano, sobre todo de los sectores más desprotegidos a recibir como limosna despensas, cemento y materiales para construcción, a cambio del voto que, al final, el mismo ciudadano lo otorga a quien él considera la mejor opción. Pero toma de todos. He ahí la importancia de la veda que han dispuesto los gobiernos estatal y municipal, y de las disposiciones en algunas dependencias federales, para aplicar el blindaje electoral.

En la medida en que cada quien cumpla con su responsabilidad, no hay duda que el proceso electoral que está en camino, cumplirá con las expectativas que la sociedad en su conjunto espera del mismo: civilidad, legalidad y equidad. (JPA)

 

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