Alejandro, el poder y el valor
Pero frente al desencanto hay una alternativa: Una reflexión renovada. ¿Qué falló? … No podemos eludir la urgencia de preguntar de nuevo. ¿Es aún posible un comportamiento político que proponga contravenir el mal? Y ese es un comportamiento moral, ¿cabría renovar, ante el desencanto, una reflexión ética? Para ello sería menester plantear con ello, desde los inicios, el problema entre el poder político y los valores morales”.
Luis Villoro. El Poder y el valor. Fundamentos de una ética Política. FCE.
Aún no sé por qué siempre he tenido una extraña fascinación por los diccionarios. No solo los básicos, también los especializados. A mi edad y con mi formación más práctica que teórica, los de ciencia y filosofía política son obligados en mi pequeña biblioteca.
No los he leído completamente. Los tengo más bien como referencia o como maravillosos volúmenes de consulta.
El nuevo gobierno ha comenzado y –salvo su mejor opinión, amable lector- para todos, excepto para el gobernador y dos o tres honrosos ejemplos en su gabinete, que aún está incompleto, todo gira alrededor de lo que ha sido nuestra desgracia sexenal: El PODER.
Sucede en el Legislativo, pero por excelencia entre los integrantes de la administración pública estatal; entre los empleados más que colaboradores del único titular del Poder Ejecutivo que hoy se llama Alejandro Murat.
Seguramente usted ya habrá escuchado que los gobiernos necesitan políticos profesionales, y en contraparte que es de esos políticos profesionales de quienes debemos cuidarnos, porque son expertos en el robo y el engaño.
Pero ¿qué es el poder? ¿Qué es eso que seduce tanto a mentes perversas, espíritus torcidos; lo mismo al pobre que al acaudalado? ¿Qué tiene eso, que una vez que se experimenta no se quiere perder y si se perdiese se trata de recuperar por todos los medios, bajo cualquier circunstancia y por encima de cualquier persona valiéndose, de ser necesario, de la parte más ruin, vil, perversa, corroída, gangrenada, podrida, carroñera, despreciable y enfermiza del ser humano?
Hay quien piensa, sin tener una idea siquiera aproximada, de lo que es el poder que el poder es un medio para amasar fortuna. De ser así, ¿por qué tenemos prósperos empresarios que son capaces de arriesgar aquello que más aman, que es su propio dinero, para alcanzar un cargo de poder?
“Poderoso caballero es don dinero”, dice la sabiduría popular. Pero hay quién teniendo su peculio asegurado para tres o cuatro generaciones, quiere esa clase de poder que toda su fortuna no le da.
Cuando las actitudes más viles, la mayor de las admiraciones o envidias, el “derecho” que se tiene de denigrar a calidad de cosa a un empleado o cualquier desconocido que no tiene su yate propio, por decir algo, ya no satisfacen ese gran vacío que padecen los magnates, quieren ir más allá, porque intuyen que de la naturaleza del poder que da el dinero a la del poder que dan los nombramientos o cargos de elección popular, hay un abismo de diferencia e inician una nueva aventura un nuevo juego que intente, en vano, llenar ese enorme vacío.
Y también pasa lo contrario: políticos rapaces que quieren más y más dinero, incluso cuando se da cuenta, de que hay cosas que el dinero no puede comprar; ni siquiera “Master Card”.
Hay sus excepciones, sin ninguna duda, y son los filántropos, esos que ya no quieren acumular y comienzan a llenar ese vacío espiritual ayudando a quienes están en desgracia. Sobre todo banqueros exitosos y artistas cuya firma vale millones. Aquellos que en cuestión de segundos pueden perder o ganar en las bolsas de valores, cantidades estratosféricas que nos llevarían varios días contar, y que resolverían al menos uno de los principales problemas de un estado.
El Poder, dice Mario Stoppino dentro de las 12 páginas en que aborda su tratamiento en el Diccionario de Política de Norberto Bobbio, Nicola Mateucci y Gianfranco Pasquino, es “la CAPACIDAD del hombre para DETERMINAR la CONDUCTA del hombre: Poder del hombre sobre el hombre. El hombre no es solo el sujeto sino también el objeto”.
En el gobierno, el poder se ejerce sobre las personas y la administración sobre las cosas. Tal vez esto despeje un poco las dudas de los magnates metidos a políticos.
Los políticos profesionales son aquellos que quiere simple y sencillamente hacer POSIBLE lo DESEABLE.
Dentro de las 8 páginas que Oliver Beaud dedica al concepto de poder en tanto su acepción de soberanía, en el Diccionario Akal de Filosofía Política editado por Philippe Raynaud y Stéphane Rials, destaco unas pocas pero inmensas palabras; “ Así pues, la SOBERANÍA en cuanto PODER, presupone un principio de legitimidad que es una justificación del poder, es decir, de DERECHO de MANDAR”. Poder y ley van de la mano.
Es el meollo del asunto. ¿Cuántos de nuestros servidores públicos se han preguntado qué es el poder? En tanto que es y existe, ¿lo han ejercido, sin saber siquiera su aproximada naturaleza?
Por favor, que algún reportero, vaya a nuestras oficinas públicas y le pregunte al titular o a alguno de los sub titulares ¿Qué es el poder? ¿Para qué sirve? ¿Qué implica?
De ese tamaño es la raíz de nuestra desgracia. PODER y VALOR deben ir de la mano. El que gobierna y sus subordinados, deben sobre los escombros de Oaxaca replantear esa dualidad. Gobernar con ética, apegados a un código de valores humanos.
Solo así vendrá la reconciliación y la recomposición del tejido social. Sin colores, sin oposición (responsable o no), sin egoísmos y mezquindades; haciendo un alto en la historia, nuestra historia local, para confluir en torno a una autoridad que ejerce el poder basado, no en intereses de facción, de partido o de grupo, sino en la ley y la ética.
Para que quienes tengan que obedecer, lo hagan sin el asomo de la tiranía.
Esto lo sabe bien Alejandro. Cuando anunció que había terminado la etapa de lo políticamente correcto, no fue por ocurrencia y lo escribo, porque lo conozco. Nos estaba diciendo a todos que solo teniendo a la ética por encima de todo y asumiéndonos todos como iguales, podríamos rescatar colectivamente lo que nos dejaron de Oaxaca. Un solo hombre no lo puede todo.
Hace algunos años un hombre en la etapa contemplativa de su vida me acercó un texto que no he devuelto y que si hubiera el dinero, Alejandro Murat debería hacer llegar a cada ciudadano preocupado pero no ocupado, como él, por nuestro estado.
El libro se llama “Pequeño tratado de las grandes virtudes” y su autor, un hombre excepcional: André Comte-Sponville. Le dejo aquí el índice cuya esencia, Alejandro conoce y en torno al cual todos debemos reflexionar seriamente, para marcar la diferencia y entender qué es lo que mueve a nuestro Gobernador:
- La urbanidad
- La fidelidad
- La prudencia
- La templanza
- La valentíua
- La justicia
- La generosidad
- La compasión
- La misericordia
- La gratitud
- La humildad
- La sencillez
- La tolerancia
- La pureza
- La mansedumbre
- La buena fe
- El humor; y
- El amor
Adelante Alejandro, estamos con Oaxaca, estamos contigo.
@MoisesMolinar