Agonía sexenal (3) – Isidoro YESCAS
Isidoro YESCAS
Nada bien le fue la noche del 15 de septiembre al jefe del poder ejecutivo cuando su policía, mal entrenada, tuvo que responder con el uso de la fuerza (gases lacrimógenos y toletes) a los actos de provocación de un sector de maestros que habían participado la tarde de ese día en una marcha que concluyó con el intento de tomar el zócalo para boicotear el Grito oficial.
Es cierto que la ceremonia de El Grito finalmente se llevó a cabo, pero todas las escaramuzas, agresiones y choques entre policías y maestros escenificadas horas antes solo contribuyeron a crear un ambiente de zozobra y malestar ciudadano de tal suerte que, como nunca antes, una festividad cívica terminó por convertirse en un triste espectáculo de arengas de un lado y otro y con un zócalo en tinieblas y prácticamente vacío.
En años anteriores, el gobierno del estado pactaba con la sección 22 del SNTE la realización de sedes alternas para que los maestros realizaran su ceremonia del Grito, pero en esta ocasión tal parece que esto no ocurrió, muy probablemente porque los dirigentes seccionales temían ser increpados por quienes desde la base magisterial se han mostrado inconformes con el incumplimiento de los arreglos convenidos ante la SEGOB y que motivara un receso en sus movilizaciones.
Es cierto que las relaciones políticas entre el gobierno del estado y la sección 22 del SNTE se rompieron desde el tristemente célebre decretazo del 2015, pero aún bajo esas circunstancias, y sobre todo porque es claro que muchas actividades que ahora se vienen impulsando desde el magisterio no tienen el aval de su asamblea estatal, el poder ejecutivo debió tomar en cuenta estos factores adversos para valorar si era procedente realizar o no la ceremonia del Grito en el zócalo capitalino, cancelarlo o buscar una sede alterna porque , dicho sea de paso, tanto a nivel nacional como en muchos estados estas conmemoraciones ha perdido buena parte de su esencia cívica y patriótica.
Pero como en su agonía todo le está saliendo mal a este gobierno, los encontronazos y la pirotecnia de El Grito fueron pecatta minuta frente a la violencia criminal que ya invade a Oaxaca y que estadísticamente ya compite en número de ejecutados con otros estados con altos índices de violencia como Guerrero o Michoacán.
Lo que por un buen tiempo se quiso ocultar, o reducir a hechos aislados, es ya un asunto grave pues lo mismo impacta en la frágil gobernabilidad de nuestro estado que en nuestras vidas y seguridad.
A estas alturas no se puede ocultar que en la recta final del sexenio el gobierno del estado no solamente está siendo rebasado por el crimen organizado sino también por la propia negligencia , ineficacia y corrupción de sus funcionarios e instituciones responsables de la procuración de justicia y de garantizar la paz y tranquilidad de Oaxaca.
El propio gobierno federal ha puesto en duda la eficacia de su proyecto de mando único pues todo indica que uno de los factores que ha alentado la disputa de plazas en territorio oaxaqueño por parte de los cárteles nacionales y locales es la descoordinación entre los mandos policíacos municipales, estatales y federales.
Y lo grave es que aún faltan dos meses para que concluya esta crisis sexenal y se abra paso a la posibilidad de recomponer el caos y/o sembrar –oootra vez- la esperanza de que no hay mal que por bien no venga.
Twitter: @YescasIsidoro
Septiembre 19 del 2016.