El comentario para hoy martes 28 de febrero
En sus últimos artículos publicados en vida, el escritor italiano Umberto Eco, deploró mucho del uso de las redes sociales. Le parecieron una moda infame de la que a veces, había que prescindir. Dada la velocidad con la que hoy en día se mueve la información, la celeridad y la inmediatez, hace que se condense en el ciberespacio, información falsa.
En su obra “Redes de indignación y esperanza”, el reconocido sociólogo español, Manuel Castells, maestro de las más prestigiadas universidades en el mundo, da un panorama del uso eficaz de las redes sociales, para de denunciar injusticias; deponer dictaduras, como la de Egipto hace algunos años y como medio de comunicación inmediata para una comunidad determinada. También advierte de los peligros.
En efecto, lo que se ha considerado el boom de la información; el eje de las campañas políticas; el pivote social, cuyo uso intensivo puede convertir a sus operadores en íconos de poder, ha devenido asimismo instrumento de denuesto, descalificación y desinformación. Cualquiera, desde el anonimato, puede causar daño y, lo peor, con absoluta impunidad. Las redes sociales pues, son armas de doble filo y múltiple propósito.
No pocas veces son promotoras del morbo, de mala fe y de impacto negativo. Un ejemplo lo tuvimos la semana pasada, cuando se difundió de manera dolosa que en la ceremonia tradicional del Día de la Bandera, que presidieron autoridades civiles y militares, había en la mampara del acto oficial, un error ortográfico. Bandera no con “b” labial como es correcto, sino con “uve”. Nada más absurdo y siniestro.
A la ceremonia presidida por el presidente de la República, al izar una bandera hecha jirones, lo que muchos consideraron un mal presagio, también en Oaxaca hubo quienes contribuyeron hacer escarnio con nuestro lábaro patrio. Y muchos se fueron con la finta, como se dice vulgarmente. De inmediato hicieron cera y pabilo de los supuestos responsables de un error que nunca fue.
Las redes sociales pues, no han dejado de ser sólo un instrumento de la comunicación, pero de ninguna manera fuente fidedigna de información. Hace un par de semanas en dichas redes se difundieron datos sobre un presunto enfrentamiento armado en la comunidad de San Vicente Coatlán. No fue así. Cuatro comuneros lamentablemente fallecieron cuando apagaban un incendio forestal.
El buen periodismo pues, no puede supeditarse a tomar como fuentes de información, datos vagos, sin sustento y de información volátil y torcida. Sin descalificar a nadie, pero las redes sociales están perdiendo poco a poco el impacto social que tuvieron hace aún, muy poco tiempo. (JPA)